viernes, noviembre 21, 2008

Con la que está cayendo.............

Con la que esta cayendo, y nosotros pendientes de fajines dorados, plateados, verdes, rojos, azules, morados o arco iris.
Con la faena que hay y nosotros pendientes de colorines.

Parece que no importan, los problemas con las licencias de los casales cuyas inversiones pueden hipotecar la actividad de las comisiones para algunos años, por no hablar de otras responsabilidades más delicadas.

Parece que no importa el poder dotar de herramientas actuales que permita una mejor y más actual gestión de nuestras comisiones o de la propia Junta Local.

Parece que no importa revisar los actos y actividades para adaptarlo a los nuevos tiempos y hacerlos participes a la población en general.

Parece que no importa que la imagen de las fallas sea negativa, molesta, aislada, cerrada, y que sigamos dándole la espalda al resto de la sociedad dando muchas veces la sensación de que estamos por encima de todo.

Parece que no importa que sigamos rigiéndonos por un reglamento cuya base jurídica sea de 1955.

Parece que no importa que se hiciese un nuevo reglamento aprobado por los falleros hace años y que siga en el cajón, de los unos y de los otros, dejando en el aire a las fallas de Torrent desde el punto de vista reglamentario.

Parece que no importa que los que pretenden exigir el cumplimiento del reglamento, ni siquiera lo conozcan, que lo incumplan incluso los propios artículos que ellos mismos exigen que se cumplan.

Parece que no importa que se haga aquello (y dos huevos fritos más) que anteriormente se han cansado de criticar por uno mismo, solo que ahora mandan los “míos”.

Parece que no importa…….., solo importa el fajín dorado, la fachada, lo que dice mi corrillo, esas son las verdaderas necesidades de las fallas de Torrent.

viernes, noviembre 14, 2008

domingo, noviembre 02, 2008

Hoy me da por la filosofía.

Por casualidad, buscando imágenes, encontré un blog sobre literatura, y la entrada del blog que me apareció no pude evitar su lectura.
Ya hace tiempo que lo había comentado con José Antonio en nuestras conversaciones político-falleras. En una ocasión coincidíamos en opinar que la diferencia entre un político mediocre y un político brillante, no era otra que el político brillante se suele rodear de los mejores, ya que su brillantez, le hace estar seguro de si mismo y sabe que solo rodeado de los mejores puede llevar a buen término su brillantez. Mientras, el político mediocre evita siempre rodearse de los mejores sobre todo en aquellas áreas que menos domina por miedo a que al ser mejor que él le puedan quitar su sillón, señal, esta del miedo a perder su sillón, de mediocridad total.

La casualidad hizo que fuese a parar en la entrada de este blog sobre literatura que hablaba sobre el libro del filósofo argentino José Ingenieros, “El hombre mediocre”, y por la temática no pude evitar leerlo, pese a que lo que buscaba eran imágenes.
Según el post:
“Ingenieros hace una manifestación en este escrito de sus dos tipos humanos, y además se refiere a cada uno de estas dos categorías con la historia, la sociedad, y las ideas, entre otras cosas.
El escritor expresa que el ideal es un gesto del alma hacia alguna perfección. Un ideal es para él una idea que puede ser perfeccionada. Los ideales, representan la consecuencia más grande de la acción de usar la mente, de pensar. Los ideales marcan el progreso. La mediocridad es la incapacidad de tener esos ideales. Es la excesiva prudencia de los mediocres la que paraliza las iniciativas de cambio más fecundas.
José Ingenieros manifiesta en su trabajo que no existen hombres iguales, y los divide a su vez en tres tipos: ‘El hombre inferior, el hombre mediocre y el hombre superior, pero no ataca a los dos primeros, sino que detalla las características de cada uno y exalta al segundo y lo diferencia con el hombre idealista.
Según ingenieros el hombre mediocre es una persona incapaz de usar su imaginación para forjar ideales que le planteen un futuro por el cual luchar. Es una persona que se vuelve sumisa. Se convierte en parte de un rebaño o colectividad, a la que no le cuestiona las acciones, sino que sigue ciegamente. El autor presenta a este hombre mediocre como un ser es sumiso, manejable, ignorante, sin personalidad, contrario a lo considerado perfecto, cómplice y motor de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y no logra amar. En su vida complaciente se vuelve vil y escéptico, un cobarde. Un hombre mediocre no acepta nuevas ideas, distintas a las que ya ha recibido por herencia. Ingenieros sostiene que los mediocres no se convierten en genios, ni héroes ni santos. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha contra el idealismo por envidia, intenta opacar toda acción noble, porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido y de que, de esta manera, no se ponga por encima de él.
El autor también se refiere al hombre idealista. Lo expone como una persona capaz de usar su imaginación para crear ideales genuinos y se propone seguir ilusiones, ideales de perfección muy altos. En estos ideales deposita su fe, se propone de esta manera cambiar el pasado en favor del futuro. El idealista, se transforma, está en continua evolución, porque se ajusta a las variaciones de la realidad. Es un ser único y original que no se deja someter por dogmas sociales ni morales. Contribuye con sus ideales a la evolución social. Es un hombre soñador, culto, entusiasta y de personalidad única.
A diferencia del mediocre este puede distinguir entre lo mejor y lo peor y no entre el más y el menos. Sin los idealistas no habría progreso en una sociedad. El idealista tiene su propia verdad; no se mueve por juicios complacientes, sino según ideales más altos. El hombre idealista piensa por sí mismo, no busca el éxito, sino la gloria, ya que opina que el éxito es solo momentáneo."