Quizás la mayoría de personas cuando escuchan la palabra cultura, lo asocian a algo aburrido, lejano a la gente de a pie, lejos de nuestro día a día. Otros cuando se reivindica que en la cultura debe tener cabida nuestras tradiciones o nuestras fiestas te miran por encima del hombro y tienes la sensación de que te consideran inferior.
Un servidor tiene esa extraña sensación que algunos emigrantes de los años 60 que eran considerados los “churros” aquí y los “valencianos” en su pueblo cuando realizaban la visita para pasar el verano. Pues eso, que un servidor a veces se considera un “cultureta” entre festeros y un “festero” entre culturetas.
Y es que a veces ni nos imaginamos de la importancia que tiene nuestro Patrimonio Cultural, tienen que saltar noticias como la publicada en Levante-emv (edición de L'Horta) el pasado sábado para darnos cuenta que algo tan cotidiano como la gastronomía forma parte de nuestra cultura, y por lo tanto de nuestro patrimonio cultural como pueblo. No voy a hacer una relación detallada de lo que podríamos considerar como Patrimonio Cultural, hasta el propio Rector de la Universidad Politécnica de Valencia el pasado viernes en su intervención como mantenedor de la Fallera Mayor de Valencia reclamo las fallas como patrimonio cultural de la humanidad, ahí es nada.
Muchas veces el día a día nos lleva a olvidarnos y sobre todo a valorar el importante patrimonio del que disponemos.
Tiene que intentar alguien apropiarse a modo privado de ese patrimonio que nos han dejado nuestro antepasados para que nos demos cuenta de la importancia del mismo.
La pena es que a veces son los propios dirigentes los que desconocen y descuidan ese Patrimonio Cultural.
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