He de reconocer mi admiración personal por Félix Crespo, siempre lo he reconocido, desde hace mucho tiempo. Su cercanía, su proximidad, y su trabajo por la fiesta ha sido motivo de mi admiración. Seguramente habrá tenido aciertos y fallos, pero lo que es incuestionable es la dedicación y amor que ha demostrado por las fallas, en las que ha ocupado todos los escalones posibles de la fiesta, desde el mas bajo hasta lo mas alto del organigrama.
Es curioso que sus últimas declaraciones, que fueron recogidas en el diario Levante-emv tras el programa Tot es festa de Levante TV, han sido las que han conseguido que todo el colectivo fallero esté de acuerdo con ellas. Yo lo siento me quedo con otra que también fue recogida en dicho artículo, "A veces yo creo que si fuéramos conscientes de nuestro propio potencial como fiesta -e incluyo a todos los demás colectivos, aparte de las fallas-, las cosas irían mucho mejor", es lo que tiene que me empeñe siempre en pensar en primera persona del plural cuando nos referimos a esto de la fiesta.
Pero mi experiencia me ha demostrado a lo largo del tiempo, que lo que prima en la fiesta es el “yoyismo”, es decir, que mas que la primera persona del plural, lo que se lleva en esto de las fallas es la primera persona del singular. Y por ello el titular que recogía Levante-emv el pasado viernes 9 de septiembre “El principal defecto de las fallas es que los enemigos están dentro” ha sido aplaudido por todo el colectivo fallero, pero por el simple hecho que el enemigo siempre son “ellos”, ¿Que digo? El enemigo es él, sois vosotros, en definitiva, el enemigo eres TU que me estás leyendo, porque no querrás que acepte que Yo o Nosotros somos los enemigos de la fiesta.
Permitidme que fusile una entrada que descubrí gracias al nuevo concejal de Fiestas y Cultura popular de Valencia, Francisco Lledó, ya que la enlazó en su muro de facebook, y con la cual me he sentido plenamente identificado. Como dije aquí mismo no hace mucho “una reflexión en voz alta a todos aquellos cobardes que vomitan sus opiniones acogiéndose al derecho de expresión pero escondidos bajo el disfraz de anónimo” pero en este caso Juan Cruz en su Blog “Mira que te lo tengo dicho” lo recoge de una forma mas brillante.
Facilidad de la maledicencia
Ángel Gabilondo dice en su libro Contigo que él le daría un abrazo a aquella persona que a lo largo del día hablara bien de alguien. Yo también. Me he pasado la vida en una profesión, o en un oficio, me gusta más la palabra oficio, en la que las malas noticias son más nutritivas, informativamente, que las buenas. De hecho, alguna vez ha habido programas de buenas noticias que se han estrellado estrepitosamente. En la vida cotidiana, la que no sale en la prensa, o no tanto, las malas noticias también son mejor acogidas (como decíamos ayer) que las buenas, cuando se refieren a instituciones, personas o cosas que no son de nuestro agrado inmediato; es más, que son de nuestro desagrado. Esa actitud conduce a la malediencia; la malediencia es más fácil de ejercer que el juicio noble, desinteresado o no, sobre situaciones o personas. El anonimato, que ahora es un factor universal o global de careta, favorece la inmunidad de la malediencia. Y, cómo no, establece un camino expedito hacia la manipulación. Estoy esperando que se cree un club universal contra la maledicencia y contra el anonimato como instrumento de la maldad de las malas intenciones. De chico fue socio de la Ballena Alegre, y luego no he sido socio sino de la Casa de Canarias y de la Asociación de la Prensa. Pero de ese club abierto, bientencionado y público, de ese sí me haría socio inmediatamente. Y propondría leer ese párrafo de Gabilondo por si lo quieren poner en los estatutos.
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